Las salas Cronopios y C del Centro Cultural Recoleta, son, como todo el Centro, espacios de la ciudad destinados a la exhibición de diversas expresiones artísticas. En el Centro se han realizado exposiciones de destacados artistas argentinos (Forner, Vidal, Alonso, Diomede, Iommi, Sábat, Robirosa, Carpani, Garabito, Kemble, Elía, Gambartes, Porter, Kosice, Berni, Aizenberg, García Uriburu, Elía, Spilimbergo, Castagnino, Nigro, Annemarie Heinrich entre muchos otros) y extranjeros (Tunga, Jean Pierre Raynaud, Cy Twombly, Pat Andrea, Barceló, Bernard Venet, Jacques Villegle, etc.). También se expusieron obras de arte sacro (la colección de íconos rusos de los tesoros del Kremlin), del arte de las primeras vanguardias (Vanguardias rusas), muestras antológicas del arte argentino (Arte Argentino. Siglo XX), de homenaje a representantes de nuestra cultura (Julio Cortázar, Tato Bores) y exposiciones de distintas producciones culturales de otros países (Brasil 500 años. Arte Popular).
Lo que se muestra en estas salas responde a los criterios del arte, una de cuyas condiciones fundamentales es la libertad de expresión. En un largo proceso histórico, el arte logró su autonomía. Esto significa que las expresiones artísticas no están reguladas por programas que provienen de otros campos de la vida pública: aquello que se puede decir o mostrar en un espacio artístico no siempre puede exhibirse fuera de él. Es esta autonomía la que permite sostener la libertad creadora como una de las grandes conquistas del hombre.
El arte es belleza y problematización del mundo. En las exhibiciones el público puede hallar obras que lo gratifiquen con sus formas y significados o que contradigan sus más arraigadas certezas; allí podrá ver imágenes que lo sorprendan, materiales y técnicas desconocidos e incluso desagradables. Lo que un espectador encuentra en un espacio de arte no siempre confirma su visión del mundo. El arte es, precisamente, uno de los campos que incide en la transformación de las ideas. Muchas veces el artista anticipó, con sus obras, los cambios en la historia.
El lenguaje del arte es el de las líneas, las formas, los colores, las imágenes, los significados. En su larga historia, muchas creaciones artísticas transgredieron, ofendieron, o resultaron irreverentes. Fueron rechazadas en un tiempo y comprendidas en otro. Abiertas a la interpretación, las obras no sólo responden al significado que les dio el artista, sino que también el público completa o transforma el sentido desde el cual fueron pensadas.
La exhibición de León Ferrari es una retrospectiva que abarca cincuenta años de su trabajo, desde los comienzos, en 1954, hasta el presente. En una muestra de este tipo se seleccionan obras de distintos períodos con el fin de desplegar el proceso creativo del artista. La exhibición no incluye la totalidad de sus obras, sino una selección de cada serie o momento creativo. Si en la exposición retrospectiva de un artista se eliminara un período de su obra, se estaría cercenando o censurando su producción.
León Ferrari se expresa en un sentido poético y polémico. Sus creaciones exploran las posibilidades del plano, del espacio y del significado con dibujos, esculturas, collages, brailles y objetos. En ellas emplea metales, tintas, lápices, grabados, heliografías, maniquíes, frascos, aves, peces, excrementos, imágenes, relieves en brailles, videos.
Tanto sus series más poéticas y formales como aquellas que nos perturban con los materiales y los significados afirman el valor de la creatividad artística y apuntan a un mundo plural, tolerante y justo; un mundo sin guerras, sin violencia y sin discriminación.
El Centro Cultural Recoleta ofrece una exhibición retrospectiva de su obra, esperada y numerosas veces reclamada por artistas, críticos, curadores, historiadores y público, tanto de nuestro país como del exterior.
Quisiera explicar que las obras que más cuestiona la Iglesia, expuestas en el Centro Recoleta, son sólo una forma de expresar una opinión sobre la tortura.
1) Desde el Evangelio hasta el Catecismo oficial de la Iglesia el cristianismo anuncia que las almas de los muertos en pecado mortal -y más adelante sus cuerpos resucitados- son torturadas en el infierno. Esa idea, el castigo al diferente, recorre nuestra historia y ha originado diversos exterminios: aborígenes, judíos, brujas, herejes, vietnamitas, irakíes.
2) La existencia de ese lugar donde habría millones de almas sufriendo, ha sido ilustrada y exaltada por grandes artistas de Occidente: Miguel Angel, el Giotto, Frá Angélico.
3) Para expresar una opinión sobre el significado de esos estéticamente hermosos cuadros, es decir sobre los suplicios prometidos, expuse en 1985 en el Museo de Arte Moderno de San Pablo, Brasil, una jaula con palomas defecando sobre una reproducción del Juicio Final de Miguel Angel. Una instalación semejante se expone en Recoleta y se expuso en varios museos del exterior.
4) Dado que los infiernos pintados por los artistas del Cristianismo no originan ninguna reacción que condene los suplicios a nuestros semejantes, pensé que una forma de resaltar su crueldad, de lograr que el espectador comprenda la realidad de esa característica de Occidente, era copiar esos infiernos pero reemplazar a los seres humanos por los santos y vírgenes que los crearon o difundieron.
5) Aquella idea produce una singular reacción de la Iglesia: después de siglos de difundir y apoyar los infiernos pintados en sus iglesias, donde se muestran suplicios a gente como nosotros, se ofende y rechaza los infiernos cuando los que sufren son pedazos de yeso y plástico. Espero que con el tiempo la Iglesia extienda su rechazo a los tormentos pintados por el Bosco.
6) Debo aclarar que las figuras que se venden en las santerías no son, a mi criterio, las de los verdaderos Jesús y la Virgen y que sólo representan a los personajes que describen los creadores del cristianismo. Del mismo Evangelio se deduce que una persona con ideas socialistas, preocupado por los pobres y que nos aconseja amar a nuestro prójimo, como dice era Jesús, no puede amenazar a ese prójimo con la tortura.
7) Durante dos mil años el infierno se mantuvo inalterado, pero no hace mucho el Papa lo modificó diciendo que allí no hay fuego, pero que la ausencia de Dios origina una sufrimiento comparable a las angustias terrenales. El sufrimiento físico se reemplaza por el espiritual.
8) Este poder que tiene el Papa de modificar las formas o sistemas del castigo evangélico, me lleva a suponer que podría resolver la contradicción de apoyar los derechos humanos en la tierra y violarlos en el más allá, declarando que la Iglesia ha cometido un nuevo error que el infierno no existe y que nadie es ni será castigado.
9) Mi intención no ha sido molestar a los creyentes que no creen en las tierras de los diablos. Mis obras están destinadas a la Iglesia y a quienes la acompañan en la amenaza del castigo a los supuestos “pecadores”.
10) Aclaro que estas opiniones no son una novedad. Parecidas o iguales sobre Iglesia y religión las han dado antes que yo, entre otros Bertrand Russell, Arnold J. Toynbee, Sigmund Freud, Noam Chomsky, Aldous Huxley, Saramago, Almodóvar.
11) En la muestra hay, además de dibujos y cuadros inofensivos, obras que se refieren a otros temas: el antisemitismo, la homosexualidad, la vinculación de las víctimas del Sida con la campaña contra los anticonceptivos, el llamado Proceso, las guerras contra Vietnam e Irak, la Conquista de América, las obsesiones sexuales de Occidente, etc.
12) La Iglesia ha lanzado una desconcertante campaña contra la muestra y no ha condenado la violencia desatada por algunos de sus feligreses, actitud que los alienta a repetir sus hazañas. Tampoco ha contestado a los argumentos y explicaciones que he dado en varios programas de radio. Espero lo haga ahora.
La exhibición León Ferari: Retrospectiva. Obras 1954-2004, plantea un recorrido por los distintos períodos de su obra. Debido a los rasgos característicos de su forma de producción artística, marcada tanto por cortes como por retornos, se ha seguido un criterio cronológico y, al mismo tiempo, organizado en núcleos de lectura. Así es posible aproximarse a la riqueza con que trabajó el dibujo o las esculturas en alambre entre 1961 y los años 80, o seguir los usos de las transparencias y encapsulamientos de sus botellas, el desarrollo en el empleo del collage, la exploración de las posibilidades de diversas técnicas y lenguajes (braille, grabado, heliografías y otros) y la coexistencia de distintas formas de producción. La obra de Ferrari se caracteriza por la experimentación y por la amplitud de cada una de sus series. El conjunto seleccionado se organizó en cuatros núcleos de exhibición.
El primero reúne una detallada genealogía del dibujo y de las esculturas en alambre desde 1961. Se presentan cuadernos de notas, verdaderos manuales de la “cocina” creadora del artista, que nos permiten seguir el proceso de exploración de las tintas, los colores, los grosores de la línea. Comprende sus series de Manuscritos, en los que la línea pasa a ser escritura poética, o de las Músicas, en las que sus ritmos plásticos remiten a los ritmos musicales. Se exhibe el primer instrumento musical, realizado en San Pablo entre 1977-1978 y el nuevo proceso de exploración de la relación entre escultura y dibujo que inicia en esta ciudad. Para esta sección de la exhibición –que también abarca las primeras obras en cerámica y sus tallas en madera–- se repatriaron dos importantes esculturas desde el Brasil: la inmensa bola de metal soldado que cuelga en la entrada (Planeta) y una pieza monumental de 3 metros de altura. También se trajeron de París, donde habían quedado desde los años sesenta, las esculturas de madera.
Desde esta sala puede verse La Civilización Occidental y Cristiana, una obra que une un avión de guerra norteamericano con una imagen de Cristo, obra considerada fundamental para el arte argentino e internacional de los últimos años, se ubicó en el centro de la exhibición. Representa un cambio en su trabajo, el momento en el que decide abandonar la producción de obras de arte visual por la escritura de un extenso collage de textos, Palabras ajenas, que fue representado como pieza de teatro en el Arts Institute de Londres en 1968, con puesta en escena de Leopoldo Maler. Esta sección incluye abundante documentación en relación con las dos obras que se exhiben (cartas de Julio Cortázar, de Leopoldo Maler, de Rafael Alberti y fotos). Diez años más tarde, en 1975, Ferrari retoma el dibujo y, poco después, las esculturas en alambre.
El tercer gran núcleo de la exhibición, que se ubica al final de la sala Cronopios, se centra en las transparencias, la sensualidad, los cuerpos, lo orgánico. Aquí se muestran sus primeras botellas de 1964 hasta la gran instalación con botellas 1492-1992. 500 años de la conquista, una obra expuesta en Alemania en 1992 y que por primera vez se presenta en la Argentina. En esta sección se reunieron sus escrituras en braille de poemas de Borges y Breton sobre fotos de Man Ray o de Scianna; collages de relectura de la Biblia; una selección de su serie de Maniquíes con textos, imágenes y peces; de la serie de dibujos que denominó Errores, o de los Excrementos, que incluyen aves e imágenes de la historia del arte.
El ultimo núcleo, en la sala C, se concentra en las problemáticas del poder y la violencia. Aquí se presentan las heliografías que realiza en San Pablo partiendo del uso del Letraset; las tapas de la edición en fascículos del Nunca más publicados por Página/12 y para la que León Ferrari realizó una amplia serie de collages; el libro de noticias sobre la represión en la Argentina titulado Nosotros no sabíamos; la serie de collages y brailles de Relecturas de la Biblia centrados en distintos momentos de la historia mundial; los Electronicartes, objetos y collages realizados durante la invasión a Irak; los Infiernos, serie de objetos en los que utiliza imágenes religiosas y utensillos de cocina; los Mimetismos y las abigarradas Cajas con flores.
Desde la más poéticas hasta la más polémicas, las creaciones de León Ferrari dan cuenta de los dispositivos de construcción de obra (repeticiones, literalidades, desvíos, metáforas, ironías, parodias) que se reiteran en todas sus series. Esta exhibición quiere desplegar la riqueza experimental (tanto en las formas como en los significados) de una trayectoria artística que no puede reducirse a miradas simplificadoras.
Existe un borde, una frontera sutil por la que el artista navega. En ésta no sólo están implícitas las alternativas entre la ética o la estética, sino también una tercera zona, habitada por pliegues y camuflajes, que hace innecesaria la opción. Un dispositivo semioculto, situado entre la seducción y la polémica, expresión de la poderosa tensión entre la belleza y la perturbación.
Estás seguro que querés eliminar la obra ? Esta acción no se puede deshacer.